La Empresa Provincial de la Energía estima que ha bajado en Santa Fe la demanda de potencia en unos 17 megavatios. En el país esa cifra llega a los 170 megavatios, es decir, el equivalente a lo que producía la Usina Sorrento de Rosario, la más grande entre las que funcionaban en la provincia. Desde que la Argentina cambió su huso horario, al adelantar los relojes una hora, el pronunciado pico de consumo de energía que se producía entre las 19 y las 21 horas se ha convertido en una suerte meseta. Ahora también comienza a las 19 pero se extiende hasta pasadas las 23, y sin llegar a peligrosas alturas… Así describen los técnicos del sector eléctrico a los gráficos de demanda de potencia que muestran las curvas de 2007 y de 2008.

El haber adoptado otro horario desde el 30 de diciembre de 2007 tuvo un propósito tan antipático como efectivo: modificar -arbitrariamente- los hábitos de los usuarios residenciales.
Es sobre todo a los hogares a quienes está dirigida la medida, que causa malestares como el madrugón a oscuras de quienes (como en la administración pública) ingresan a las 7 y se levantan entre 5.30 y 6, a desayunar sin luz solar. La cena ha quedado en pleno atardecer y a veces ésta se corre, pero es a costa de menos horas de sueño.

Magnitudes

Tanto desorden alimentario y metabólico tiene una finalidad: según el presidente del directorio de la Empresa Provincial de la Energía, Daniel Cantalejo, en todo el territorio santafesino se han ahorrado unos 17 megavatios desde que comenzó la medida, que en todo el país ha significado consumir 170 megavatios menos.
La cuenta es siempre el producto de una estimación: se mide lo que se cree que se habría consumido si no se hubieran movido las agujas. Como Santa Fe tiene aproximadamente un 10% del mercado eléctrico mayorista, son 17 megavatios locales sobre los 170 de todo el país.
A nivel nacional la cifra equivale a lo que producía -hasta hace un año- la usina térmica de Sorrento en la ciudad de Rosario, que a fin de mes podría volver a ser puesta en marcha.
El funcionario aseguró que ante la crisis «no puede descartarse» cualquier medida aunque esta no signifique ahorrar más que «entre el 1 ó el 2% de energía».

Crisis y potencia

El sistema eléctrico argentino sufre las consecuencias de la desinversión. El problema comenzó a verificarse en el sector de la generación cuando la economía comenzó a recuperarse del tobogán de 2001, y luego -a lo largo de los últimos tres años- también se advirtió tanto en el sector de transporte como en el de la distribución.
Desde el punto de vista de las distribuidoras, como la EPE, es otro fenómeno eléctrico (además del ahorro) el que produce alivio en las redes que gestiona y administra: la demanda de potencia máxima no ocurre en forma simultánea entre los usuarios residenciales, lo que ha hecho menos puntiagudos sus picos en días de extremo calor.
Puertas adentro de la empresa provincial (como de todas las compañías distribuidoras, estatales o privadas), lo que realmente importa frente al riesgo de colapso es que los récords de demanda no se han sucedido unos a otros en forma geométrica.
Enero de este año ha sido (hasta ahora) tan caluroso como el mismo mes de 2007, y el conjunto de los usuarios santafesinos ha demandado un 12% más de energía, por el aumento de la productividad y el boom de los electrodomésticos de refrigeración. Sin embargo, sólo en tres oportunidades se superaron las cifras extremas de demanda, que pasan el umbral de los 1.600 megavatios. Luego de los picos del 14 y 15 del corriente, la curva de demanda diaria llegó a tocar (apenas) los 1.300 megavatios.
Cantalejo explicó que los megavatios de estos picos no son una medida de consumo de energía, sino de potencia, es decir, del tiempo de solicitud de energía al sistema eléctrico. Potencia es la fuerza que se requiere del sistema eléctrico en un instante.

En invierno fue mucho peor

En términos eléctricos la vulnerabilidad del sistema era mucho mayor en invierno que en este verano, sólo que en aquella oportunidad los hogares no lo advirtieron.
Los fríos meses de junio y julio tuvieron apagones pero no en las calles ni sobre los usuarios comunes, sino en las industrias.
Por ejemplo: Santa Fe debió reducir por entonces en 120 megavatios por día su demanda, con recortes que recayeron exclusivamente sobre la actividad fabril. En cambio, con el calor, la limitación se ha volcado a los hogares, al alterarse los relojes.
De todas formas, los ingenieros deben seguramente cruzar los dedos para que lluvias vivificantes y corrientes de aire fresco ayuden al sistema. Tal es la vulnerabilidad energética del país que lo más efectivo para que no haya cortes es que no haya necesidad de usar tanta energía.