García cantó durante media hora en un show sorpresa al aire libre. El músico ofreció un mini recital en Luján, frente a la Basílica y ante un público de 1500 fanáticos. El show duró 40 minutos y terminó con su clásica interpretación del Himno Nacional.

Foto: La Nacion - Rodrigo Néspolo

Charly García se levanta de los teclados y les canta en la cara a sus fans aquello de que una parte de él dijo stop, que había ido demasiado lejos. Mira a los ojos de los miles de aliados-seguidores de distintas generaciones que ayer corrieron para verlo volver a los escenarios después de diez meses de los más difíciles y, señalándolos con su dedo índice les, confiesa: «Voy a confiar en ti»

Luego de 300 días (y ninguna noche) sin contacto con su público, García ofreció ayer por la tarde un miniconcierto gratuito y al aire libre en la plaza Manuel Belgrano, a metros de la Basílica de Nuestra Señora de Luján y, así, dio comienzo a una nueva etapa de su singular carrera artística, lejos de los excesos de las últimas épocas, y con que el apoyo incondicional de sus fans, es lo último que necesita para sentirse otra vez en el camino.
El regreso de García a la vida pública, tras siete meses de internaciones y otros tres de reclusión en la quinta de Ramón «Palito» Ortega (en la que aún vive y continúa un tratamiento de desintoxicación), fue con el sello de Charly: grandilocuente, mediático, casi improvisado ?lo planeó dos días atrás y lo anunció apenas seis horas antes del show? y con cierta dosis de caos: el público desbordó las vallas de seguridad sobre el final y terminó casi arriba del escenario montado especialmente para la ocasión.
«¿Cómo estará Charly?» fue la pregunta más oída ayer en los alrededores de la Basílica. La segunda en el ranking: «¿Todo esto era necesario?». Charly está más gordo, un tanto hinchado y con una limitada flexibilidad en sus movimientos. Llegó puntual, a las 18, bajó de una combi, abrazado a Palito y a su mánager Fernando Szereszevsky y, durante media hora, cantó como pudo un puñado de sus clásicos más viscerales («Demoliendo hoteles», «Promesas sobre el bidet», «No me dejan salir», «Cerca de la revolución», «Influencia», «No voy en tren»), sentado de espaldas a la Virgen de Luján, la misma a la que quiso agradecer con este nuevo gesto mediático.
A su lado, estuvo el trío de músicos chilenos que lo acompañó en los últimos años (Kiushe Hayashida, Tonio Silva Peña y Carlos González) y su amigo Fabián Quintiero, a cargo de la dirección musical.
Sin el timing ni la rabia de otros tiempos, Charly se mostró sonriente, por momentos con su mirada perdida en algún punto lejano del horizonte, y, por otros, focalizando sus energías en algunas frases de sus canciones, dedicadas a quienes llegaron hasta Luján para hacerle «el aguante», ese que él mismo patentó una década atrás. «Tengo que confiar en mi amor, tengo que confiar en mi sentimiento»; «ahora yo estoy más tranquilo», y el final, a grito pelado, con la última estrofa del Himno Nacional («¡O juremos con gloria morir!») fueron los versos que hablaron por él. Por lo menos, hasta su próxima ocurrencia.

«No voy a dar ni un paso atrás»

Luego del minishow, Charly habló en Telenoche y, entre otras cosas, dijo: «Estoy recuperado, quiero volver a las giras y a los discos. Ahora me siento bien y tocar en este lugar fue un sueño. Estoy convencido de que no voy a dar ni un paso atrás, siempre para adelante, como el Diego».