Se recuerda un nuevo aniversario de la Batalla de la Vuelta de Obligado, ocurrida en aguas del río Paraná el 20 de noviembre de 1845, bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas.

Las tropas argentinas, al mando de Lucio Mansilla y en inferioridad de condiciones, impidieron el avasallamiento de la flota anglo-francesa, que pretendía navegar los ríos del país para la conquista comercial del interior. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner encabezará el acto central de un nuevo aniversario de la batalla de la Vuelta de Obligado que se convirtió en un hito histórico en la defensa del país y que dio origen al Día del Soberanía Nacional. Cristina inaugurará a las 19 un monumento en honor a la batalla y a los soldados que tomaron parte en la defensa del interés nacional, opuestos al avasallamiento de la flota anglo-francesa que pretendía navegar por los ríos del país como si la Argentina fuera su colonia.La jefa de Estado recibirá la Orden de la Soberanía Nacional, un prendedor en forma de estrella federal, labrado en oro, plata y coronado de 16 rubíes, que describirá el historiador Pacho O»Donnell, autor del libro «la Gran Epopeya» de reciente aparición que recuerda la batalla.
El broche será entregado a la Presidenta por el inspirador de la Comisión Permanente de la Batalla de la Vuelta de Obligado, Luis Launay.
La batalla de la Vuelta de Obligado se desarrolló el 20 de noviembre de 1845, en el paraje del río Paraná donde los patriotas cruzaron gruesas cadenas sobre el curso de agua para tratar de impedir el paso de la flota anglofrancesa.
El río Paraná, -a la altura de San Pedro, provincia de Buenos Aires-, da una curva y angosta el ancho entre las orillas, que el Ejército argentino usó como ventaja comparativa para establecer un corte con las cadenas, y así montar tres baterías de artillería con las que esperaba detener la subida de las naves enemigas.
La historia cuenta que la batalla se desarrolló por más de 11 horas y que los patriotas argentinos consiguieron detener la navegación de los navíos europeos.
Según los historiadores, en la Vuelta de Obligado, las naves extranjeras quedaron tocadas y, si bien no detuvieron su andar, la resistencia argentina logró insuflar ánimo a la resistencia del pueblo.
Los historia da cuenta que las pérdidas sufridas por la flota enemiga sirvieron como estimulo a los patriotas y quebraron el espíritu triunfalista de los invasores, que querían imponer el comercio de sus productos en el interior del país.
«Si pierden plata, están derrotados», aseguran algunos historiadores que le dijo Juan Manuel de Rosas al general Lucio Norberto Mansilla, jefe del Ejército.
La flota anglofrancesa que estaba compuesta por algunas naves de guerra que portaban la última tecnología del vapor, era la punta de lanza de 95 barcos de carga, repletos de productos para ser colocados en la provincia de Corrientes y en el Paraguay.
Durante la batalla, las naves de carga permanecieron en Ibicuy expectantes del desarrollo del enfrentamiento.
La batalla de la Vuelta de Obligado fue la primera de otros tres combates, como fueron el ocurrido en el paraje Tonelero el 9 de enero de 1846, una semana más tarde se produjo el de San Lorenzo (donde el general José de San Martín había derrotado a los españoles con los Granaderos) y por último fue el de Quebracho, sitio donde los patriotas cañonearon a los invasores.
Con respecto al monumento construido en el lugar histórico, fue la Presidenta la que alentó desde un primer momento su construcción como un homenaje eterno a la gesta militar argentina y ordenó financiar la obra, cuyo autor es el plástico Rogelio Polosello.
La obra de Polosello estará ubicada a unos 30 metros del panteón que recuerda a los héroes, que hasta no hace mucho se encontraba descuidado.
Por esta acción político-militar de defensa de la soberanía que condujo el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, el libertador San Martín le legó su preciado sable corvo.
Rosas murió en Southampton, Inglaterra, en 1877 y sobre su féretro estaba el sable de San Martín y la bandera azul turquí que había ondeado durante la batalla de Caseros, que fue su Waterloo.
Rosas había designado al general Mansilla, que era su cuñado, como el jefe del Ejército argentino para conducir en el terreno la batalla de Obligado, donde fue herido en acción y pese a ello continuó al frente de las tropas.

Fuente Agencia Télam