Las buenas perspectivas de clima y suelo, además de un precio tentador y sin retenciones, augura una campaña superadora. En María Luisa apuestan a la tecnología para recuperar más cantidad y calidad.

Siesta de frío y sol en el campo. Apenas pasado el mediodía, ya se arranca con las labores en el lote. En María Luisa, como en muchos otros campos de Santa Fe, no se quiere perder tiempo, para poder “meterle” con una campaña que promete dejar la mala onda de lo que fue la aciaga campaña de soja.

En diálogo con Campolitoral, el Ing. Agr. Hernán Peretti explica con paciencia que están comenzando con el trigo dependiendo de la longitud de su ciclo (largo, intermedio o corto). “Empezamos a fines de mayo con los ciclos más largos (que requieren mayor tiempo de acumulación de frío)”. Desde el 15 de junio hasta fin de mes se siembran los ciclos intermedios -como es el caso de este lote- y desde el 15 de julio hasta mediados de agosto se siembran los ciclos cortos, que no requieren acumular tanto frío.

También describe que en este caso particular se trata de una variedad que se comporta bien en la zona, que entra bien en la rotación, y que la eligieron porque el año pasado mostró buen comportamiento frente a enfermedades foliares. “El año pasado tuvimos temperaturas altas que favorecían el desarrollo de estas patologías. Y este material con un buen monitoreo tuvo un umbral por debajo del daño económico, e inclusive sin necesidad de aplicar productos”. Respecto de la densidad de siembra, trabajan entre los 90 a 120 kilos por hectárea. “No buscamos plantas por m2, sino que lo manejamos por kilo, y la máquina va sembrando a chorrilo. Lo acompañamos con una fertilización de fosfato diamónico, que es fósforo más nitrógeno en 100 kilos por hectárea”, analiza.

Consultado sobre los rindes esperados, dice que el promedio de rinde de esta zona está en los 20 a 25 qq/ha. “En las últimas campañas estuvimos por arriba de los 25, con picos de 45 quintales. Creemos que si bien arrastramos una sequía, de a poco se van recomponiendo los perfiles, y esto genera buenas perspectivas climáticas, creemos estar apuntando a los 30 quintales o más”.

Y en cuanto a la tecnología, sostiene que no se guardan nada. “Nosotros por una política de trabajo apuntamos a lo máximo posible dentro de lo económicamente retornable, y si bien podemos llegar a tener un mal año, siempre utilizamos el seguro de cosecha que siempre va de movida para salvaguardarnos, y siempre apuntamos a meterle tecnología con una fertilización en macollaje con 100 kg de UAN”.

Además, trabajan con un curasemillas que es a la vez insecticida y fungicida, y que también cuenta con un promotor de crecimiento que contiene micronutrientes y aminoácidos, que le permiten una rápida emergencia, e inoculando con una seudomona, una bacteria que es fijadora del fósforo, solubilizando ese fósforo del suelo.

“Creemos que todo lo que podamos sumarle estamos convencidos que lo va a devolver. En cuanto a los márgenes de rentabilidad, que siempre son finos, este año son mejores, y si uno apunta a un buen rinde le irá bien. El productor viene golpeado, pateando deudas para adelante, y si se dan los rindes, vamos a poder acomodar un poco el equipo”.

Por su parte, Marcelo Dándolo enfatizó que después del temporal de abril hubo un impasse con lagunas heladitas y se había parado la siembra de trigo, cebada y alfalfas, pero este chaparrón que anduvo por los 10 mm cambió el panorama y se largó la siembra.

“Las perspectivas para el cultivo vienen muy bien, y esto es una buena noticia para la rotación de cultivos, los productores ya insertaron el tema de la rotación y -más allá de las incertidumbres- hay un mejor horizonte a comparación de lo que era hace un par de años atrás”.

Fuente Campo Litoral