Fue sin dudas una noche de «buena música» la que ofreció el músico inglés a los 30 mil fans que asistieron al show en el Monumental, en su tercera visita al país, aunque la primera tras una década de espera.
Causó sorpresa el genial trompetista cubano Arturo Sandoval cuando promediando el show que brindó el mes pasado en Buenos Aires felicitó al público por haber asistido al concierto en el teatro Gran Rex para escuchar «un rato de buena música».
Llamó incluso más la atención al comentar: «Quiero que les dejen saber a las personas que no vivieron el grave error que cometieron».
Pero más allá de que sonara presumido, Sandoval dejó en claro que era plenamente consciente de su capacidad para generar emociones intensas en el público, llegando a sitios que la mayoría de los trompetistas de su generación ni siquiera se animan a explorar.
Un mes más tarde, otro coloso de la música contemporánea como el cantante y guitarrista Eric Clapton podría haber pronunciado exactamente las mismas palabras que Sandoval en su concierto del viernes por la noche en el estadio de River, y sin temor a equivocarse, al igual que el cubano.
Claro que el perfil más bajo del británico determinó una relación distinta con el público, menos latina por cierto. Sin embargo, durante todo el recital Clapton logró que su legendaria guitarra Fender Stratocaster se expresara por él y provocara en la gente esas sensaciones de las que Sandoval hablaba.
Fue sin dudas una noche de «buena música» la que ofreció el músico inglés a los 30 mil fans que asistieron al show en el Monumental, en su tercera visita al país, aunque la primera tras una década de espera.
Considerado como el «Dios» de la guitarra, el británico de 66 años presentó en la Argentina su más reciente álbum, llamado simplemente «Clapton», y repasó su extensa trayectoria musical en River, donde el público comprendió desde el comienzo del recital que estaba en presencia de un virtuoso.
Con el pelo corto en los últimos tiempos y un formato de concierto del estilo «unplagged», el veterano blusero tocó durante casi dos horas en un concierto que incluyó hits de la talla de «Layla», «Cocaine», «Wonderful Tonight», «Lay Down Sally» y «Nobody Knows You When You re Down And Out».
Sin alaridos ni estruendos en el mismo escenario en el que días anteriores se había presentado el joven canadiense Justin Bieber, y rodeado por un cotillón mucho menos pretencioso, Clapton ofreció un recital avalado por sus casi cinco década de campaña artística y deleitó al público.
El británico desembarcó en Buenos Aires como parte de una gira mundial, acompañado por músicos de renombre internacional como el baterista Steve Gadd, el bajista Willie Weeks y los tecladistas Chris Stainton y Tim Carmon, de lucida actuación en la noche del viernes.
Michelle John y Sharon White se encargaron de los coros, en un recital que se suponía iba a comenzar alrededor de las 22:00, pero que se inició a las 21:05 y que contó con un repertorio de una veintena de canciones.
Los teclados de Stainton y Carmon le dieron un toque ochentoso al concierto, ante una concurrencia que promediaba los 40 años, y le permitieron a Clapton fluctuar en su rol de guitarra líder y rítmica, más allá de que los solos de «Mano lenta» -como se lo conoce en el ambiente artístico- fueron los que, en definitiva, más conmovieron.
Con un abrigo azul, una remera blanca, jeans y zapatos de estilo náutico marrones, Clapton logró concebir una noche a puro blues mientras la luna se asomaba desde el río y el estadio vibraba al ritmo de sus principales éxitos.
Uno de los picos de mayor entusiasmo se generó cuando el músico nacido el 30 de marzo de 1945 en Inglaterra interpretó «Cocaine» y logró que sus recatados seguidores de las áreas VIP del campo (con butacas para los espectadores) se pusiera de pie y terminara saltando.
Faltó quizá «Tears in Heaven» o «Bad Love» en el temario, pero Clapton demostró su vigencia y redondeó una «noche maravillosa» para su público en Núñez. Claro está, los que no fueron al show, cometieron «un grave error».

Fuente Cadena 3