El equipo que dirige Trullet aprovechó las situaciones favorables que tuvo y quebró la serie adversa de cuatro partidos sin victorias con una alegría ante el último campeón en el Monumental de barrio Alberdi.
Fue una semana difícil, con rumores y especulaciones sobre las posibilidades de “recambio” de este plantel para reemplazar a algunos elementos, pilares en el mejor pasaje del torneo y con bajos rendimiento en las últimas fechas, pero también sobre la “espalda” que tendría el técnico en caso de una derrota frente a los del Fortín. Y no era para menos: los dirigidos por Trullet llegaban con cuatro partidos sin ganar y con tres sin anotar goles.
Encima, en el camino de la Crema estaba nada más ni nada menos que el último campeón del fútbol argentino y, aunque llegaba golpeado por la eliminación de la Copa Libertadores, siempre mete miedo por su regularidad y su jerarquía individual.
Pero, cuando pocos lo creían capaz de revertir la situación, Atlético volvió a creer en sí mismo y sacó fuerzas cuando todo era un mar de dudas, más aún cuando el técnico tuvo que apelar a cinco variantes con relación a la última presentación: cuatro de ellas por lesiones y una quinta de orden táctico.
Y fue así que debutaron con la camiseta de la Crema: Francisco Dutari y Lucio Filomeno por Carniello y Matías Zbrun, respectivamente. Además, Alexis Niz ingresó por Fontanini y Juan Fernández por Sebastián Carrera. También, Germán Cáceres en lugar de Matías Fissore, quien había sido titular en todos los partidos del torneo.
A pesar de los no poco avatares previos y como esto es fútbol y muchas veces, por suerte, lo inesperado se impone a la lógica, ocurrió que cuando parecía perdido Atlético se reencontró con su identidad y recobró lo que fueron las mayores virtudes de su mejor funcionamiento: la presión sobre la salida del rival, el orden defensivo, un alto grado de sacrificio de todas sus líneas y la inteligencia para manejar el partido cuando tiene un resultado a su favor.

Todo a favor del local

Fue así que, a través del primero de estos atributos, al minuto de juego recuperó una pelota en la mitad de la cancha, partió el pelotazo para Gandín que fue mal cerrado por Sebastián Domínguez y el defensor velezano se la dejó servida para la entrada de Nico Castro quien definió al palo derecho ante la salida de Barovero.
Gol tempranero y una gran sensación de tranquilidad y alivio se apoderó de los jugadores y de toda la gente que había colmado el Nuevo Monumental cortando la carga de impaciencia que podía llegar a generarse con el correr de los minutos.
Tocado en su amor propio, Vélez salió a buscarlo y comenzó a generarle problemas a la Crema por los laterales. Se soltó Augusto Fernández y en tándem con Cubero comenzaron a complicar a la defensa local por la franja derecha al igual que Papa y Velázquez por el otro carril. Sobre los 6 minutos de juego, Sara se tuvo que jugar cuando, precisamente, Velázquez fue habilitado por ese lateral, ingresó a la carrera y el disparo fue desviado por el arquero al corner.
Tres minutos después, otra vez la presión de los dirigidos por Trullet forzó el error de la visita y un mal despeje de Barovero le quedó en los pies a Gandín que desaprovechó la posibilidad cuando quedó cara a cara con el arquero y su remate salió apenas desviado del poste derecho.
Cuando transcurría el primer cuarto de hora, un envío desde la izquierda terminó en un cabezazo de Ortiz que se estrelló en el travesaño y fue tal vez la última aproximación de Vélez mediante juego asociado porque cuatro minutos más tarde tuvo lugar una incidencia que marcó el desarrollo posterior del encuentro.
Tiro libre para los dirigidos por Gareca con los típicos forcejeos en el área y Domínguez, con Pezzota a un metro, le aplicó un puñetazo en el rostro de Serrano. Roja directa para el defensor y desconcierto en la visita.
Fue entonces que Atlético se dio cuenta de que era el momento justo para recuperar la memoria y, simultáneamente, comenzó a manejar la desesperación de un rival que fue perdiendo gran parte de su vocación ofensiva cuando Gareca, tras la expulsión de Domínguez intentó reacomodar a su equipo, sacó a Velázquez e hizo ingresar a Tobio en la defensa, cambio con el que perdió la movilidad y el desequilibrio que le aportaba el delantero.
De ahí en adelante, fue una constante que se repitió todo el partido, con los cuatro del fondo de la Crema que no se soltaron nunca, con un trabajo defensivo que se vio apuntalado por el gran despliegue en la recuperación de los volantes centrales, mientras que Juárez y Castro en la creación y Gandín y Filomena arriba le daban presencia ofensiva y dejaban latente la posibilidad de que en cualquier contragolpe iban a liquidar el partido.
Por su parte, los de Gareca generaron algunas aproximaciones pero sin claridad cuando la pelota pasaba de tres cuartos de cancha porque el “Mago” Ramírez nunca tuvo la movilidad y creación necesaria como para desarticular el bloque defensivo que planteaba Trullet, Rescaldani era absorbido por la marca de los zagueros locales y sólo las subidas de Fernández o Papa le daban profundidad.
Un primer tiempo que tuvo el dominio de Atlético y en ciertos pasajes con alguna paridad ante un desorientado Vélez que nunca pudo adueñarse del trámite del encuentro a pesar de que siempre tuvo la sana intención de salir jugando, juntarse y llegar con pelota dominada al arco de enfrente.

Lo liquidó con tranquilidad

El complemento fue un calco de la segunda mitad de la etapa inicial y nada cambió aunque los del Fortín parecieron más decididos a conseguir la igualdad y fueron con más vehemencia que claridad a buscarla pero sin demasiada profundidad. Por el contrario, Atlético lo jugó, hasta con solvencia, y cortó todos los circuitos futbolísticos de los de Gareca.
En todo momento flotaba en el estadio la sensación de que la Crema estaba cerca del segundo tanto y por dos veces consecutivas lo tuvo Filomeno, pero las desperdició.
Corrían los 35 minutos y una infracción a favor de Vélez, Papa que protesta y se va de boca y Pezzota le muestra la segunda tarjeta amarilla, dejando con nueve jugadores a la visita.
A pesar de la inferioridad numérica, los de Liniers siguieron buscando el gol, hasta que, finalmente, en una contra, Atlético le propinó el golpe final. Gran jugada de Capellino sobre la izquierda en la mitad de la cancha, corrida en diagonal, pase a Sebastián Carrera que entraba solo por la derecha, gol y partido terminado.
Lo ganó Atlético cuando eran contados los que le tenían fe a este grupo y al cuerpo técnico para superar el momento deportivo más difícil del año y se consiguió con un gran triunfo que sirve para superar los puntos (llegó a 26 unidades) que se habían propuesto, pero también para levantar la autoestima, para alejar algunos fantasmas y para demostrar que Atlético tiene con qué hacer frente al desafío de la permanencia en la categoría.

Fuente El Litoral