Una iniciativa privada se reúne con lo público y le da chances a la geología y la hidrología. El Salado ha generado el “segundo mega abanico” fluvial del mundo; su historia -como la de los Bajos Submeridionales- puede revelar claves que no siempre se ven en los escurrimientos superficiales.

La escena se repite en los últimos años: poblaciones que se inundan, caminos que se rompen, productores que pierden sus animales, agricultores que malogran cosechas, suelos que se deterioran. Y tensiones entre actores públicos y privados que se reprochan con más frustración -comprensible- que argumentos, sobre lo que se debió hacer o no. Todo en tiempos de precipitaciones dramáticas (o sequías) en el “cambio climático”.

“Esperemos saber al menos dónde estamos parados”, dijo Melchor Amor Arranz; el vicepresidente de la Bolsa de Comercio, y sintetizó así la renovada esperanza de quienes han impulsado -en especial desde Carsfe y el Consejo de Entidades Empresarias y de la Producción de Santa Fe- la jornada “Una mirada para entender el problema hídrico del centro-norte de Santa Fe”.

Aun prescindiendo del Paraná, Santa Fe ciudad está junto a la desembocadura del río Salado, un cauce que ha generado el “segundo mega abanico más grande del mundo, después del abanico del Pilcomayo”. Se trata de grandes sistemas sedimentarios originados por cursos hídricos que descienden desde sistemas montañosos a la llanura adyacente.

“El Salado formó en decenas de miles de años un mega-abanico fluvial al salir del sistema de Sierras Subandinas hacia la llanura Chaqueña; genera depósitos con una red discontinua de canales en diseño radial. La zona terminal, zona distal, corresponde a Bajos Submeridionales”. Hay que ver las imágenes satelitales y los modelos digitales del terreno basados en datos de la Nasa con las que la doctora Daniela Kröhling (Conicet-UNL) planteó al auditorio la ubicación del estudio.

La científica es la directora de un proyecto orientado del Curso de Acción para la Investigación y Desarrollo (CAI+D) de la UNL, que reúne especialistas geólogos e hidrólogos del Conicet, la UNL y la Uader (Universidad Autónoma de Entre Ríos) con la participación de profesionales convocados junto a integrantes de la Secretaría de Recursos Hídricos de la provincia.

La Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe y la provincia son los adoptantes de la información a generar. Se trata de abordar un problema al que no se le darán soluciones integrales con canales y obra pública, si no se incorporan antes informes sobre cómo se comporta el sistema y cómo se pueden abordar incluso “soluciones no estructurales”.

¿Reforestar con especies resistentes a anegamientos donde estaban los bosques con quebrachos colorados, zonificar y regular el uso del suelo, promover buenas prácticas agronómicas y de conservación de los recursos naturales?

Primero hay que colectar una serie de datos clave, ya que la poca información existente está dispersa y no sistematizada. La novedad del grupo de estudio -que lleva un año de trabajo- es que hay un abordaje más serio. Que llevará tiempo, pero sin el cual será difícil encontrar respuestas acertadas.

“Éste es el primer estudio geológico-geomorfológico multidisciplinario que considera como base el análisis geológico, para tratar de entender la problemática hídrica desde la geología, el análisis del paisaje y la dinámica hídrica”, explicó Kröhling a la pregunta de El Litoral.

La científica delimitó el área de estudio en la provincia de Santa Fe, al norte del Carcarañá. Particularmente se está trabajando de manera intensiva , diferenciado en las cuencas hídricas de Cululú y Carrizales. La Región Centro interviene; la Laguna de Mar Chiquita está en el área de estudio así como la llanura oriental cordobesa, de menor topografía que la de Santa Fe y cuyo drenaje está impedido hacia el Paraná por elevaciones en el territorio.

Estudiando el paisaje (la geomorfología es la disciplina que se ocupa de ello) pero también lo que pasa “bajo tierra”, es decir la composición de los materiales del subsuelo, habrá mejores posibilidades de ensayar desde la ciencia una respuesta mejor ante eventos climáticos desafiantes.

Luego de una breve presentación del proyecto por parte de su directora, el ingeniero Gustavo Ferreira -perteneciente tanto a la UNL como a la Secretaría de Recursos Hídricos de la provincia- disertó acerca de la implementación del Plan Director Provincial de Recursos Hídricos y manifestó el apoyo de la Secretaría Provincial al Proyecto de

Investigación, particularmente por la mirada que aporta desde el punto de vista de la Geología y Geomorfología, lo que redunda en un mejor conocimiento del medio para una adecuada toma de decisiones en la tarea de planificación hídrica.

La matemática tiene respuestas pero necesita recopilar datos

“Están interactuando geología, geomorfología e hidrología. Para modelar y tener herramientas que puedan servir, para tener respuestas concretas”, explicó el doctor Pablo Cello (UNL), integrante del equipo de investigación.

Explicó que el objetivo es contar con un modelo “para acoplar la hidrología superficial con la subterránea” que actúan como sistema integrado, y no siempre eso se tiene en cuenta a la hora del diseño del manejo de excesos hídricos.

“En sistemas atípicos de llanura como éste no es posible simular la hidrología subterránea por sí separada de la superficial. Interactúan en un sistema integrado”, subrayó. Dijo que “a esto se suman los análisis geológico y geomorfológico”.

Prometió que “los modelos matemáticos van a dar respuestas. Un modelo matemático de gestión -a futuro- dará herramientas sólidas para respuestas robustas ante las problemáticas que se plantean”.

El especialista refirió que a partir de los modelos se pueden perfilar intervenciones estructurales (canales, puentes) y no estructurales (actividades de explotación, forestación, diferentes usos del suelo) que “hay que tomar ante excedentes hídricos o déficit”.

Sin embargo Cello aclaró que para que un modelo funcione, necesita primero la “generación de base de datos de investigación, porque -de otro modo- no podemos investigar ni resolver el problema”.

Señaló en tal sentido la necesidad de vincular los organismos que controlan recursos hídricos y las universidades para ir hacia “un modelo conceptual de cómo funciona el sistema superficial y subterráneo, para identificar los procesos más importantes que acontecen en estos sistemas atípicos de llanura”.

El investigador apuntó que cuenta -gracias al BID- con el modelo de una consultora norteamericana que está arrojando resultados sobre comportamientos hidrológicos. Pero reclamó “la necesidad de tener series completas y largas” de las variables hidrometeorológicas, perfiles hidráulicos de la red de drenaje, niveles freáticos, precipitación y temperatura para que el modelo funcione y ofrezca respuestas.

El agua ha sido una catástrofe para poblaciones y producción, ya sea por falta o exceso, para poblaciones y producción. Apuntamos a que el estudio científico serio sea una oportunidad para vivir mejor, compatibilizar las obras ante faltantes y excedentes

Desazón y reproches

“Planteamos proponerle al gobierno trabajar con ellos en el desarrollo de proyectos, no ir a pedir una reunión sino unir lo público y lo privado para que se desarrollen los proyectos”, aseguró Analía Gaviglio acerca del propósito de la investigación.

La búsqueda de respuestas es lo que se ha planteado ante “una gran desazón en el sector productivo porque no conocen lo que está pasando”. Incluso reconoció que “seguramente objetamos cosas que a lo mejor están bien hechas”, en referencia a la acción oficial sobre temas de infraestructura.

“Partiendo de unión de instituciones con un proyecto que vamos a presentar al gobierno para trabajar en conjunto; esperemos que de la parte gubernamental reciban esto como un aporte”, subrayó la representante de la Bolsa santafesina en el Consejo de Entidades Empresarias y de la Producción de Santa Fe.

La llanura no está quieta, lo que hay bajo la superficie

La tectónica dice lo suyo: incluso en Santa Fe hay zonas que se elevan y redefinen los escurrimientos. La “cuenca geológica” es compleja. El flujo del agua subterránea puede ir en sentido contrario al del escurrimiento superficial, y engañar las mejores respuestas ante una inundación.

“Los geólogos en llanura habitualmente no trabajaban la tectónica”, sugirió Ernesto Brunetto (Conictet-Uader) a manera de autocrítica, antes de advertir que “hemos avanzado en tratar de comprenderla”. Refirió que en la Región Pampeana y la Mesopotamia “hay zonas deprimidas con acumulación de sedimento y zonas elevadas -morfoestructras- de origen estructural”.

El científico apuntó la necesidad de generar datos estratigráficos para el estudio de la sucesión de todas las capas que se han ido acumulando en el tiempo, sus variaciones verticales y laterales, su composición física, lo que “nos permite comprender el marco en el que se desarrolla la dinámica del agua”.

Señaló por ejemplo el “bloque San Guillermo en el centro-oeste de Santa Fe, desde Tostado hasta el río Carcarañá al sur”, que impide el escurrimiento de aguas desde Córdoba hacia el Paraná (derivan por ejemplo hacia Mar Chiquita o hacia la cañada de San Antonio y el río Carcarañá).

Y “otros bloques menores como el San Cristóbal o el de Vera y Reconquista , con fuerte control e influencia fundamental en la dinámica hidrológica de los Bajos Submeridionales”, donde el agua que viene desde las Sierras Subandinas tampoco desemboca en el Paraná y aporta a los anegamientos en el centro-norte santafesino.

“Por no incorporar el enfoque de la geología, muchas veces se han cometido algunos errores en la gestión de los drenajes cuando se hacen obras”, sugirió el especialista, que resaltó la necesidad de abordaje en grandes regiones para entender las problemáticas de las cuencas.

Señaló que las “paleocañadas” que llevaban el agua desde las Sierras Cordobesas hacia el Paraná, hoy inactivas, están aún visibles en imágenes satelitales. “El bloque San Guillermo se elevó -estimamos- hace unos 100 mil años- y las cañadas quedaron inactivas.

“Lo que eran pendientes hacia el este quedó obstruido. En la zona de Altos del Chipión es claramente observable el escalón que forma esta gran falla Tostado-Selva que marca un control claro del drenaje”, refirió. No es algo que se pueda percibir, pero el suelo en el centro-norte de Santa Fe tiene zonas que se están elevando, según las mediciones de estaciones de GPS. “Hay zonas en la gran llanura que se mueven en sentidos contrarios; en nuestra zona de estudio hay compresión; las rocas de la corteza se acortan y se compensa levantando ciertos sectores de la llanura. No es una zona completamente baja”, advirtió a manera de ejemplo.

Los acuíferos dicen

“Estamos reinterpretando información del subsuelo con el modelo geológico”, dijo Brunetto. Es parte del “modelado matemático hidrológico” que amplía criterios que antes sólo miraban las “cuencas superficiales”. “Para trabajar sobre modelación hidrogeológica construimos un modelo estructural de sistemas acuíferos (semiconfinado y libre) con diferentes capacidades de transmisión de agua y espesores variables, desconectados parcialmente por capas semiconfinantes que limitan su interacción. Este modelo estructural constituye la base para la modelación matemática”.

El Paraná “se mudó”

“El Paraná ha migrado” desde fajas ubicadas en el este de la provincia de Santa Fe hacia su curso actual. “El subsuelo es producto de una historia más compleja”, señaló Brunetto; hay estratos con arena que dejó el río y otras capas que dan registro de un enorme humedal en el centro-norte santafesino. “Tendemos a simplificar el comportamiento de las llanuras; no son planicies homogéneas ni monótonas.

Presentan rasgos estructurales que controlan el flujo de aguas superficiales y subterráneas y forman impedimentos -lagunas estructurales y cambios en las direcciones del drenaje- que a veces han motivado errores en la estrategia de obras de canalización ejecutadas”.

Fuente El Litoral