En la Escuela Agrotécnica 2047 de Santo Domingo dieron un nuevo paso de manejo reproductivo creando 57 embriones para su cabaña Braford. Pese al Covid, mantienen sus objetivos académicos y siguen planificando crecer.

Allá por 1982, un grupo de pioneros de la localidad decidió emprender un sueño que permita a los jóvenes permanecer en el lugar. Decidieron que la mejor manera de hacerlo era creando un establecimiento educativo que fomente la cultura emprendedora que forjó su pueblo y el de los vecinos. Pero para lograrlo, debían generar una fuente de ingresos que sustente esa estructura incipiente al comienzo, pero que nunca paró de crecer.

Hoy, aquel sueño se refleja en los 140 alumnos de la Agrotécnica, más los del Instituto Terciario 4023, y los del Bachillerato de Adultos de Cululú. Además, se destaca por su industria láctea en la que trabajan de forma permanente unos 20 ex alumnos; dos tambos (uno con sala de ordeñe totalmente renovada) con 400 animales y unos 4 mil litros por día; un invernadero semi automatizado; una sala para la industrialización de chacinados de sus animales de granja; y la última incorporación: la cabaña Braford.

En primera persona

Para el Médico Veterinario Hugo Bidart, esta realidad confirma que aquel sueño tenía raíces firmes, que paso a paso permitieron concretar el desafío. «La Escuela Agrotécnica Los Colonizadores es un ambicioso proyecto que nació en el año 1982, bajo el deseo de un grupo de vecinos que soñaba con proyectar un ámbito de formación para los jóvenes del lugar», evoca. Y aclara que si bien la propietaria de la Escuela es una Asociación Civil sin fines de lucro, hubo que poner en marcha una maquinaria que permita hacer frente a los requerimientos de una escuela.

«Aquel proyecto educativo ha ido buscando con el tiempo distintas orientaciones, trabajando para buscar un perfil que los adapte a la zona, y fuimos modificando nuestra currícula fuertemente hacia la producción lechera», agrega.

«Hoy en día trabajamos mucho en la difusión de la cultura emprendedora. Venimos haciendo trabajos con entidades de la región para demostrarle a los alumnos todas las alternativas que tienen en el tema del agregado de valor. Estamos convencidos que se presenta un mundo nuevo, totalmente diferente, y que hay que buscar diferentes alternativas para generar nichos que permitan que cada uno pueda tener una oportunidad».

Bidart destaca que eso los ha llevado a trabajar mucho en las cadenas de valor y en generar instancias para poder hacer de forma demostrativa todo lo planifican. «Por un lado tenemos todo lo relacionado con la formación general de cualquier chico de escuela secundaria, y por otro lado tenemos una formación profesional vinculada con esta cultura emprendedora que queremos trabajar con nuestros alumnos».

Un año particular

Como para todo el mundo, para ellos este año ha sido muy particular. Con la llegada de la pandemia tuvieron que trabajar de forma virtual con los docentes y alumnos, a través de las indicaciones del Ministerio de educación, tratando de llegar a todos los alumnos. Parece fácil, pero no lo es. «No nos olvidemos que tenemos muchos estudiantes del ámbito rural, donde la conectividad no es muy buena, por lo que trabajamos mucho para que los alumnos puedan tener el acompañamiento. Por eso enfatizamos mucho el tema de la motivación, ya que muchos necesitan que los motiven para que vean que la educación es algo necesario. Sin educación no hay futuro para nadie», asegura.

En cuanto a los objetivos del entorno productivo, expresa que lograron avanzar fuerte en la parte láctea. «Esto implicó el objetivo de llegar desde la teta de la vaca a la góndola prácticamente, para que el alumno pueda ver todas las instancias en la producción y comercialización de leche y cómo se refleja todo eso en la parte comercial».

El titular del emprendimiento le explica a Campolitoral que también están trabajando con otras alternativas, como la planta de chacinados, y con un proyecto de producción de carne a través de la Cabaña Braford, y que están expectantes por la aprobación de la Ley Ovina para diversificar la producción de proteínas animales a través de la cría y producción de corderos.

«En fin, siempre seguimos tratando de avanzar en medio de un año que ha sido difícil, pero la idea de la Escuela es seguir creciendo. Porque creemos que no nos queda otra alternativa que seguir incorporando elementos y seguir trabajando en los mercados, afianzando las nuevas tecnologías», sostiene.

Bidart está convencido que la Escuela tiene varios objetivos. «Primero queremos formar y educar, pero debemos entender que los pueblos rurales necesitan tener mano de obra, y de allí la importancia que estos pueblos puedan generarla para fomentar el arraigo local y servir a los distintos establecimientos productivos de la zona y que esos chicos se queden acá».

En este sentido, destaca que la secundaria y la terciaria les han permitido que esos chicos tengan la capacitación, y muchos de ellos estén trabajando en los emprendimientos productivos.

Finalmente, expresa que si bien se encuentra en la última etapa de su gestión, la está disfrutando más que nunca. «La Escuela ha sido un hijo para mí: lo hemos criado, diversificado, mostrado; y hoy se conoce en todos lados. Disfruto de los chicos, del trabajo del aula, y de todos los entornos productivos de la escuela, entornos formativos para brindar alternativas para un futuro mejor».

Genética de primera

Para su hijo, el Ing. Agr. Hugo Bidart, el legado es tan grande como la responsabilidad que asumió como docente del instituto a cargo de la parte productiva. «Estoy encargado de los campos, viendo los tambos y la cabaña, para trabajar con los chicos en jornadas a campo; recorriendo, viendo los forrajes, el manejo, la alimentación, las vueltas de pastoreo y todo el sistema productivo», explica.

«Huguito» nos cuenta que a partir del tercer año los chicos empiezan con las salidas a campo, a hacer el tambo, y en cuarto año van a la cabaña, para familiarizarse con el manejo genético y reproductivo. En quinto año pasan a la parte de industrialización. Allí hacen una pasantía donde aprenden el manejo de la industria láctea.

«Se trata que estén siempre en contacto con la faceta productiva», cuenta, y detalla que este es un año atípico en el que tuvieron que modificar muchas cosas. «Tuvimos que suspender todas las jornadas presenciales, y que planificar para el próximo año». Por ahora, mejorar el trabajo puertas adentro.

Fuente Campo Litoral