Junio quedaría lejos de los cuatro pesos por litro. Cuando estaba por empezar abril mencionábamos aquí que la intención de las industrias era llevar la leche a cuatro pesos, porque la producción ya venía recortándose y además que ese era el compromiso que existía de palabra con el Gobierno, que había autorizado ya una parte de los aumentos de precios al consumo que se padecen hoy.

Sin embargo, el tiempo pasó y sin mucha espera las lluvias repartieron una nueva realidad para el sector. Inundaciones, mermas productivas que llegaron a caer un 50 por ciento, productores devastados que se empezaron a ir del sistema, e incluso rojos en las empresas que se aceleraron tanto como el clima, fueron algunos de los detalles que hoy, entrando a junio plantean un escenario por completo diferente para este negocio en Argentina.

Decíamos entonces que con llegar a cuatro pesos por litro, se iba a cumplir el anhelo de un segmento del Ministerio de Agroindustria, aunque a la fuerza. Ese sueño, que a algunos se les mezcla con la imagen de ciertos funcionarios en una ducha, tomando un baño de realidad, solo llegó por la desesperación de algunas empresas por no quedarse sin materia prima. En la cuenca lechera central se llegaron a ofrecer hasta 4,20 pesos en este mes, pero pagados con un esfuerzo que ya hoy cuesta muy caro.

Grandes, medianas y chicas son las que ya están asegurando que las próximas liquidaciones no sólo que no repetirán en todos los casos los valores de las anteriores, sino que hasta retrocederían, no por no necesitar esa leche,sino simplemente por no poder pagarla, por no poder afrontar la carga de ese costo.

Los motivos son sencillos, una crisis sectorial agónica, luego de varios años y con el agravante potenciado desde la primavera de 2015, una falta de aplicación de definiciones políticas concretas, la caída abrupta del precio internacional, aparte del añadido de demora en el pago de las compensaciones a los productores que puedan realmente complementar el precio industrial.

Será entonces que en este mes de Junio, el precio que recibirían los productores de leche, no llegaría al valor que se obtuvo en el mes de Mayo, con todo el esfuerzo que pueda salir de cada industria. Si bien en Buenos Aires la cosa viene de otra baraja y sin tanta lluvia en el historial reciente, nadie se arriesgará a ir tan arriba en los precios, por el claro motivo de la inestabilidad del mercado y su imposibilidad de manternerlo.

Luego de haber conseguido las industrias el oxígeno pacífico por parte del gremio lechero, para negociar paritarias más cerca de la primavera, ahora no se arriesgarán ni un centavo de más en nada, porque para algunos es tiempo de asignarle a la comercialización el lugar adecuado como ganador en cuanto a rentabilidad y esos no están sólo en el lugar de la producción. Ahora que los sachet de leche volvieron a su lugar, el de los más económicos realmente para los consumidores, es cuando la resignación volverá a caer sobre los productores , esos que están lejos de debatir sobre crecimiento, productividad o inversiones, pero cerca de la tranquera para dejar las explotaciones tal como se dieron hasta ahora.

Será el precio lo que no abunde, así como la leche en este cierre de un semestre inesperadamente agravado para un negocio que sin renta, sin capacidad de lobby, pero con una gran consecuencia social plantea desafíos para todos, sobre todo para los que deciden, de una u otra manera.

Fuente SRLC