Más allá de la esperanza de los productores, el mercado aún no da para tanto. No terminó noviembre y ya les preocupa a los productores tamberos el precio de la materia prima. Una cifra que hay tiempo para conocer formalmente hasta el 5 de diciembre ya inquieta, teniendo en cuenta un incremento de los valores internacionales.

La falsa expectativa sobre los cinco pesos por litro que muchos estuvieron elucubrando no llegará en las liquidaciones de la leche que se sigue entregando hasta la semana entrante.

Los cálculos sobre los valores internacionales, que tienen en Nueva Zelandia una valuación superior a los 3.400 dólares, pero con consideraciones en Estados Unidos de una muy variada condición de la producción y con una demanda aceptable, no son directos sobre el valor que se le puede pagar a la producción. No es tan lineal el cálculo sobre los valores de exportación, más aún si se tiene en cuenta que los mercados directos argentinos presentan limitaciones, como es el caso de Brasil, e incluso Venezuela, mientras aún queda mucho por recorrer en la apertura y afianzamiento de nuevos negocios en otras latitudes.

Al momento, los datos conocidos de manera extraoficial indican que las variaciones de valores no van a ser grandes. Se estima que industrias lácteas argentinas, grandes, medianas y pequeñas terminen pagando cifras similares a las liquidadas por la leche de octubre, con lo cual se genera un espacio de mejora comparativa entre 2016 y lo sucedido en 2015, cuando ya estaba muy afectado el sector. Esta es una primavera que terminará con poca leche y a un valor sostenido, lo cual es en definitiva un dato relevante para los productores, que si bien esperaban un crecimiento en cuestiones económicas, deben conformarse con un cierre de año que tiene una base constante. Esto claramente no ayuda, pero permite ver un 2017 diferente, donde a nivel global se estabilice mucho más el esquema de negocios, pero también de demanda, a lo cual internamente también se plegarán variables como una inflación más quieta, que contenga los precios y así se retomen parámetros de consumo más lineales, que no fueron los del comportamiento generalizado reciente.

Lo escribíamos la semana anterior, un verano distinto, recién permitirá leer en marzo la forma que tomará la lechería, aunque algunos quieren adelantar ese horizonte como parámetro. Una Semana Santa que caerá ya comenzado abril, obligará a ordenar el año con antelación y teniendo en cuenta que para ese momento deberá estar iniciada la campaña legislativa electoral, se presume que la economía y los negocios estarán un poco más acompañados. De todas maneras, en este diciembre seguirán los mínimos, pero perceptibles ajustes de precios en los lácteos, no los más masivos, pero si los más valiosos.

El éxodo de productores del sistema no se frenará, seguirá siendo por goteo, e ínfimo cada mes, como lo es hasta ahora, mientras las industrias tratan de hallar una bocanada de oxígeno financiero y de calma en medio de una tormenta que incluye altísimos costos de mantenimiento laboral y estructural, sumado a un escenario de reconfiguración que tiene a las principales como protagonistas absolutas, mientras las de segunda línea no dejan de dar pelea.

En este marco, con un Gobierno Nacional pidiendo fidelización de ideas y aportando poco para la causa, sin hacer referencia a lo económico, aunque habría algunos aportes velados, para que no se deteriore aún más el esquema lechero vigente, también eleva la necesidad de generar confianza desde un espacio estático, a lo cual se suman muy pocos gobiernos provinciales que proponen tomarse de los elementos legales para poder darle forma a un negocio que sin haberse ordenado nunca, debe reinventarse.

Las motivaciones no son muchas, ni alentadoras, pero lo concreto es que quien está en el negocio lechero hoy, en cualquiera de sus lugares, debe proponerse como objetivo el hecho de quedarse, de seguir resistiendo, porque en este ciclo que empieza a empinarse hacia la recuperación no hay muchos lugares, pero pueden conseguirse espacios para todos. La clave es llegar hasta ahí para ver si el resultado se logra. El desafío es enorme, la recompensa también lo puede ser.

Fuente Elida Thiery para SRLC