Con 6,32 millones de hectáreas sembradas, la apuesta por el cereal tomó otro impulso. Una adecuada nutrición mejorará el rendimiento y el contenido de proteína del grano. Desde el INTA Balcarce –Buenos Aires– brindan pautas para una adecuada aplicación de nitrógeno.
Según la Estimación Mensual Nacional de la Bolsa de Comercio de Rosario, “el área de intención de siembra subió otro escalón y pasó de 6,18 a 6,32 M hectáreas. Se agregaron 138 mil hectáreas a la estimación del área triguera”. En este sentido, especialistas del INTA Balcarce –Buenos Aires– aseguran que una adecuada estrategia de fertilización ayudará a mejorar el rinde y el contenido y la calidad de la proteína del grano.
Hernán Sainz Rozas, especialista en fertilización de cultivos del INTA Balcarce, señaló que a escala nacional, las dosis promedio de nitrógeno y fósforo aplicadas están muy por debajo de los requerimientos del cultivo. “Rondan los 60 kilogramos por hectárea de nitrógeno y los 14 kilos por hectárea de fósforo”, detalló y agregó: “Esto explica, en parte, la brecha entre el rendimiento posible (limitado por agua) y el rendimiento realmente obtenido, la cual es de 1,4 toneladas por hectáreas (promedio a nivel nacional)”.
De acuerdo con Sainz Rozas, un aumento de la dosis del 35 % en el caso del nitrógeno y del 100 % en el caso del fósforo podría lograr un incremento de la producción del 13 al 15 %, esto es, pasar de 18,4 a 21,2 millones de toneladas.
“Una de las causas de las bajas dosis utilizadas, es la escasa adopción del muestreo de suelo y de metodologías apropiadas de diagnóstico como herramientas para la toma de decisiones”, indicó el especialista del INTA quien advirtió que “solo del 30 al 35 % del área cultivada con trigo es analizada para conocer los niveles de nutrientes del suelo”.
“Para determinar de manera correcta la dosis óptima de nitrógeno, un adecuado diagnóstico debe contemplar la disponibilidad inicial de nitratos en suelo a la siembra y el aporte por mineralización durante el ciclo del cultivo”, expresó Sainz Rozas.
En muchas ocasiones, los excesos hídricos al comienzo del ciclo del cultivo pueden causar pérdidas de nitrógeno aplicado en estadíos iniciales, lo cual ocasiona pérdidas de rendimiento y bajos contenidos de proteína y gluten. “Para evitarlo, la recomendación es realizar aplicaciones fraccionadas, entre comienzos y fin de macollaje”, ilustró el especialista del INTA.
En cuanto a la cantidad de nitrógeno, Sainz Rozas explicó que “en la segunda aplicación puede ser estimada mediante la evaluación del estado nitrogenado del cultivo, el cual puede evaluarse mediante diferentes sensores de vegetación”.
En general, las dosis aplicadas hasta fin de macollaje o principios de encañazón afectan principalmente el rendimiento, mientras que aplicaciones más tardías –desde mediados de encañazón hasta hoja bandera-floración– influirán principalmente en el contenido y calidad de la proteína del grano.
“Las aplicaciones tardías de nitrógeno cobran particular relevancia en una campaña en la que se espera un alto rendimiento del trigo, dada la relación inversa que existe entre el rendimiento y el contenido de proteína”, analizó Sainz Rozas.
Para lograr mayor rendimiento de grano y mejorar su calidad comercial e industrial, además de una correcta elección del cultivar, es fundamental una adecuada estrategia de fertilización. “Para esto, es necesario un adecuado diagnóstico inicial mediante el análisis de suelo y el monitoreo del estado nitrogenado del cultivo durante estadíos reproductivos”, aseguró el técnico del INTA.
Fuente INTA Informa