Así lo consigna el reporte semanal de RosGan. A diferencias de las últimas sequías (2011/12 y 2017/18) esta vez las lluvias se cortaron en invierno, lo que dificultará alcanzar buenos estados corporales de los vientres que deben ser preñados en primavera. Sólo con una baja de 2% en 2022 habría 450.000 terneros menos.

Entrar a una primavera seca podría afectar el sólido impulso que muestra la ganadería argentina, especialmente la cría, ya que obligaría a replantear la estrategia que adoptaron muchos productores de estirar las recrías -con ventas anticipadas y menos kilos- mientras a largo plazo una alteración en los servicios provocaría en menos terneros destetados en 2022. A diferencia de las secas más recientes de los ciclos 2011/12 y 2017/18, cuando las lluvias se cortaron en el verano, este año la situación se asemeja a 2008, cuando las precipitaciones se cortaron en invierno.

“Una primavera seca no es lo mismo que un invierno seco para la ganadería”, advirtió el reporte semanal de noticias ganaderas. Porque en esta estación es cuando “se define el partido tanto de corto como de mediano y largo plazo”.

En el corto plazo -explican- los campos que están reteniendo por más tiempo sus invernadas tratando de ganar más kilos y reacomodar así la relación de venta final “en caso de transitar una primavera seca podrían verse forzados a liberar hacienda menos terminada y a su vez, en pleno pico de oferta, algo que esta estrategia precisamente ofrecía evitar”.

En tanto que hacia el mediano plazo se juegan variables de alto impacto para los ciclos venideros. “A partir de septiembre se inicia la temporada de servicios”, advierte el reporte, y por lo tanto “la condición corporal en la que llegan las vacas resulta determinante para lograr buenas tasas de preñez”.

“Como primera adecuación, muy probablemente, veamos retrasar estos servicios a la espera de mejores condiciones”, indica. Incluso contempla que para algunos esta medida no alcance, obligándolos a reducir la carga de animales por hectárea para no sobreexigir los potreros y permitir una recuperación mas rápida. “Esta situación determinaría, al igual que en el caso de la salida anticipada de la invernada, un efecto de corto plazo sobre la oferta de vacas”. Aunque aclara que dependerá de las situaciones zonales en función de la recuperación que pueda o no darse con la llegada de la primavera.

Pero aún si esta situación se diera sólo en algunas zonas “la situación actual ya está condicionando a un retraso en la temporada de servicios y muy probablemente termine afectando los índices de preñez”. Este factor es el de mayor gravitación a mediano y largo plazo dado que “por estos meses se configura gran parte del partido que nos tocará definir en los próximos dos años”, ya que las preñeces logradas durante esta primavera determinarán las pariciones 2021 y los destetes de terneros 2022.

“Todos recordamos la seca del 2008/09, una de las más severas de las últimas décadas, donde la falta de agua condicionó gran parte del invierno 2008 y se acrecentó durante la primavera y el verano siguiente”, rememoró el informe. Aquella vez “y casi en forma análoga a lo que se está viendo hoy” -afirma- en algunas zonas ganaderas las vacas salieron de un invierno muy duro e ingresaron a la temporada de servicios con muy bajo estado corporal lo que determinó fuertes caídas en las tasas de preñez de ese año y posterior destete de terneros.

Por lo tanto, de llegar a la primavera en la actual situación hídrica, “el mes de septiembre será clave para realizar los ajustes de carga que demanden los campos que, en caso de generalizase, podrían derivar en un ingreso anticipado de oferta”.

Al mismo tiempo, “comienza a configurarse la potencial oferta de terneros que veremos ingresar en la zafra 2022”. Teniendo en cuenta que al cierre de 2019 la extracción de terneros alcanzó casi 15 millones de cabezas sobre un total de 23 millones de vacas, el reporte trazó la siguiente suposición: “pensar tan solo en una caída de 2 puntos promedio en las preñeces de este año, trasladables al destete 2022, podría llegar a impactar -a igual cantidad de vacas en servicio- en unos 450.000 terneros menos que faltarán en la oferta total de carne de ese año”.

Fuente Campo Litoral