Los investigadores buscan dilucidar si los restos encontrados en Cafayate son de María Cash o de Marcela Chiaro. Hasta ahora, lograron reconstruir el esqueleto; y no dudan de que se trata de una mujer. Una delegación policial de Tucumán viajó a la capital salteña para colaborar con sus pares de esa provincia. Los lugareños están indignados.
Cafayate, Salta (Enviada especial La Gaceta).- Al cuerpo de la mujer lo levantaron de a pedazos. Las extremidades estaban distribuidas en ambos lados de la ruta 68, a dos kilómetros de la ciudad de Cafayate. Pero los únicos alarmados en todo el pueblo por esta situación parecen ser dos lugareños, quienes -precisamente- encontraron los huesos. Incluso después de que se rastrillara la zona, el jueves a la tarde, los espacios perimetrados no fueron custodiados de manera permanente.
El descubridor del cadáver fue «Oso», el perro que vive en el Country Club del Campo, la única propiedad lindante al descampado. «Siempre se escapa y lo tenemos que salir a buscar», cuenta Saturnino Gómez, uno de los cuidadores del lugar.
La primera sorpresa se la llevó la mañana del 20 de marzo, cuando salió para seguir a «Oso» y se encontró con dos huesos a pocos metros de la entrada del country. «Yo soy del campo y he comido todo tipo de animales, conozco los huesos y algo me decía que este no era de un animal», explica el hombre. Según señala, uno pertenecía a un antebrazo y, el otro, a una pierna humana. El encargado del lugar llamó al 911, poco después llegó un grupo de policías acompañado por una médica forense, quien descartó de plano que los restos podrían pertenecer a una persona. «Un policía me dijo que la doctora ordenó que lo tire bien lejos, así nadie más lo confunde con un hueso humano», recuerda Saturnino, que se sintió burlado por la profesional. «Me trató como a un ignorante», se queja.
Pese a sus dudas, cruzó la ruta y arrojó los restos entre la maleza. Nada más se supo hasta el 19 de abril, un mes después. Una vez más, esa mañana el perro volvió a escaparse. Saturnino y su compañero se repartieron la zona para buscarlo. En un momento, el segundo hombre le gritó: «mirá lo que encontré, aquí está el resto del cuerpo». Saturnino corrió con curiosidad y se encontró con un pantalón de jean que sólo contenía una de las piernas y una media blanca. «Me quedé helado y también me dio bronca: ¿cómo puede ser que una persona que ha estudiado no reconozca un hueso humano?», relata indignado.
Basta con mirar y oír a Saturnino para comprender que pasó su vida trabajando en el campo. Tiene 52 años y la humildad de su aspecto coincide con la de sus palabras. «Siento dolor porque también soy padre y esa chica debe tener una familia que la está buscando».
Cuando llegó la Policía, terminó la reconstrucción del cuerpo. Los huesos fueron recogidos y armados con la misma paciencia y creatividad que se da forma a un rompecabezas. El operativo, del que participaron unos 50 efectivos, fue comandado por el jefe de la Brigada de Investigaciones de Cafayate, subcomisario Horacio Yugra.
«El 99% eran huesos y había sólo un 1% de tejidos, en la zona del cuello», informa una fuente policial mientras escarba entre los yuyos con la esperanza de encontrar «algo más» que les permita elaborar una hipótesis. Ayer se decía que la mujer fue estrangulada con el cordón de una zapatilla. Pero la fuente desmiente esa versión. «Sí había un cordón anudado, pero la circunferencia que formaba era de 8 centímetros, es imposible que la hayan ahorcado con eso», argumenta. En cuanto a la posibilidad de que la víctima haya sido violada o golpeada, explica que es muy difícil determinar eso, ya que sólo cuentan con restos óseos para su estudio. «Es muy prematuro hacer hipótesis; lo que sí nos llama la atención es que estando un cuerpo en estado de putrefacción la gente lugareña no se haya dado cuenta», afirma el uniformado.
Tanto el torso como la cabeza fueron hallados a cinco metros de la ruta. «Tendrían que haberlo visto, es medio difícil que un animal lo haya arrastrado hasta acá por lo tupido de la vegetación».
Fuente El Colono del Oeste