Las siestas de Esperanza ya no son las mismas. Menos en el Barrio Sur y en el Norte de la ciudad, fundamentalmente en el Barrio La Orilla.

Los vecinos -pocos- que andaban a la hora de la siesta esperancina que sigue siendo sagrada, vieron a los efectivos de negro, protegidos en sus rostros, con cascos, chalecos antibalas y armas largas -infantería local- pasar en las camionetas negras y estacionarse en viviendas de la ciudad.

Buscaban de manera sorpresiva y coordinada en diferentes barrios, armas y bienes que pudieran certificar diferentes delitos cometidos en la ciudad y sacar de circulación a personajes nefastos de la sociedad esperancina, vinculados al crimen.

A primera hora de la tarde de ayer se pudo ver a personal de las Tropas de Operaciones Especiales de la policía santafesina.

También se pudo observar en los operativos a la policía de la Unidad Regional XI con sus móviles tradicionales celestes y blancos, formando parte de los operativos de allanamientos sorpresivos y coordinados a la misma hora en los diferentes barrios.

Las fuentes periodísticas destacaron que fue el personal de investigaciones -la PDI local, policía de la Fiscalía- perteneciente a la Primera Zona de inspección los responsables de la investigación previa que permitieron estos resultados.

Si bien la información oficial huelga por su ausencia, como es costumbre, se pudo conocer extraoficialmente que en los allanamientos simultáneos el personal policial pudo secuestrar un importante número de armas largas, de viviendas donde sus propietarios no tienen papeles que acrediten ser sus legítimos dueños.

También se habrían «cosechado» en la requisa, teléfonos con informaciones útiles a las investigaciones, bienes y se pudo conocer que algunas personas masculinas habrían quedado demoradas en investigaciones referidas a delitos cometidos en la ciudad.

Sin dudas que la ciudadanía se está acostumbrando a que las siestas han cambiado en la ciudad, como tantas otras costumbres y que estos operativos relámpago han venido para quedarse, porque lo que antes se veía en los noticieros de televisión en ciudades como Santa Fe o Rosario, y aún otras de Buenos Aires, ahora puede observarse en las siestas esperancinas.

Fuente El Colono del Oeste