El veterinario se negó a responder las nuevas acusaciones y presentó cartas que Paola Castro, su amante, le envió en los últimos meses. El hombre se abstuvo de declarar y ratificó lo que había dicho anteriormente, cuando dijo ser inocente. Un grupo de mujeres lo esperó a la salida de tribunales para gritarle.
Las manos cruzadas, sostenidas por las esposas. Una campera celeste, jogging y zapatillas. La cabeza inclinada, como evitando cruzar cualquier mirada. Así llegó ayer a la mañana Luis Corral a tribunales, donde se abstuvo de declarar y ratificó la versión que había dado unos meses atrás, cuando negó haber matado a su pareja, Marcela Chiaro.
El veterinario tenía que responder sobre dos pruebas nuevas que pesan sobre él. Las pericias de ADN a los restos hallados a mediados de junio en un cañaveral de Villa de Leales confirmaron que Chiaro había sido asesinada. Pero además,Paola Castro, su amante, había afirmado el miércoles que Corral había cometido el homicidio.
El fiscal Guillermo Herrera, que lleva adelante la investigación, confirmó que Corral se negó a contestar las nuevas preguntas de la fiscalía. «Ratificó todo lo que había dicho en su primera oportunidad, negando el hecho», manifestó el representante del ministerio público.
Chiaro desapareció el 13 de febrero, dejando a su hija de dos años. Al día siguiente, Corral denunció que había realizado abandono de hogar. El sábado llamó por teléfono a la familia de la mujer, que reside en Esperanza, Santa Fe, y cuando Rosana y Jaquelina Chiaro, las hermanas, vinieron a Tucumán, denunciaron su desaparición.
Corral fue detenido luego de que en la veterinaria, ubicada la planta baja de la casa de Villa Amalia en la que vivía con Chiaro, encontraran manchas de sangre, al igual que en su camioneta. Herrera comprobó que Castro mantenía una relación sentimental con el acusado, y al allanar su departamento encontró más restos de sangre. Las pericias determinaron que pertenecían a Chiaro.
Confesión de la amante
Herrera anunció dos medidas antes de cerrar la investigación y requerir la elevación de la causa a juicio. Primero iba a citar a declarar a los dos imputados, y luego ordenaría que les realicen una pericia psicológica. El miércoles se cumplió parte de la primera medida, con la citación de Castro.
Esa vez la mujer cambió su versión, y dijo que los días en que Chiaro fue asesinada ella se encontraba en la localidad salteña de General Mosconi, de donde es oriunda. Había viajado en noviembre, para que el hijo que esperaba de Corral tenga su mismo lugar de nacimiento. Además, había perdido las esperanzas de que el veterinario abandone a su mujer por ella.
El 16 de febrero volvió a Tucumán. Corral la había ido a buscar, informándole que ya podían estar juntos. La nueva versión de la mujer se sustentaría con mensajes de texto que habría intercambiado con el veterinario, y que la llevaron a afirmar que él fue el autor del crimen.
La respuesta de la otra parte no se hizo esperar. Si bien Corral no quiso hablar sobre la declaración de su amante, sus abogados presentaron cartas que Castro le envió durante estos meses en que estuvieron detenidos, en los que la mujer afirmaba desconocer por qué los acusaban a ellos dos. Así, Herrera tendrá que contrarrestar las dos versiones, antes de definir si mantiene la acusación por homicidio agravado contra los dos imputados.
Cuando terminó su declaración, el veterinario salió con el rostro cubierto. Afuera lo esperaban vecinas de Villa Amalia, que pidieron su condena. Cuando la camioneta del servicio penitenciario se retiró de tribunales, un grupo de mujeres se acercó al vehículo y le gritó: «¡La cárcel te merecés, asesino!».

Fuente El Colono del Oeste